El impacto de la IA en el empleo: un tema delicado en la tecnología

Un cartel en una conferencia de IA en Las Vegas no pasó desapercibido: «Dejen de contratar humanos». El mensaje, directo y audaz, encendió las alarmas sobre cómo la inteligencia artificial está sacudiendo el mundo laboral. Fahad Alam, de la startup Artisan, defendió esta postura en el evento HumanX AI: «No nos preocupa andarnos con rodeos. Estamos iniciando la conversación».
Artisan, con base en San Francisco, impulsa agentes de IA que funcionan como vendedores virtuales: detectan clientes potenciales, envían correos y agendan citas. Según su sitio web, su avatar estrella, Ava, cuesta un 96% menos que un humano haciendo lo mismo. Estos agentes, capaces de tomar decisiones tradicionalmente humanas, son la nueva sensación de la IA generativa, un fenómeno que despegó con ChatGPT en 2022.
A diferencia del enfoque sin tapujos de Artisan, muchas empresas de IA generativa prefieren ser cautelosas al hablar de si estas tecnologías dejarán a los humanos sin trabajo. Josh Constine, de SignalFire, ofrece una visión optimista: «No se trata de reemplazar empleados, sino de usarlos mejor en lo que solo los humanos pueden hacer».
Predicciones y realidades contrastantes
El impacto de la IA en el empleo genera opiniones divididas. Goldman Sachs calcula que la automatización podría borrar 300 millones de empleos en todo el mundo. Un estudio de Metrigy de 2024 encontró que el 89% de las empresas redujeron personal de atención al cliente por la IA generativa. Sin embargo, el Foro Económico Mundial señala que el 70% de las grandes compañías planean contratar talento con habilidades en IA.
Joe Murphy, de D-iD —que crea avatares de video y colabora con Microsoft—, compara este cambio con la llegada del automóvil: «Es una evolución natural. La IA generará un nuevo sector, con empleos que nacerán y otros que desaparecerán». Datos del Departamento de Trabajo de EE.UU. lo respaldan: entre 1992 y 2023, los empleos de secretarios y asistentes administrativos bajaron de 4.1 a 3.4 millones, mientras que los científicos informáticos pasaron de 500,000 a 1.2 millones.
Discreción y debate
El tema es sensible, y algunos expertos recomiendan prudencia. «Estás vendiendo software que reemplaza a parte del equipo», dice Tomasz Tunguz, de Theory Ventures. «No puedes promocionarlo tan abiertamente». Alam coincide: «Algunos clientes prefieren que no se sepa que usan IA».
Aunque el cambio laboral es evidente, su alcance exacto es un misterio. Analistas prevén pérdidas en programación, centros de atención telefónica, traducción y turismo. Pero Mark Hass, profesor de marketing en la Universidad Estatal de Arizona, advierte: «Los innovadores tecnológicos suelen vender lo bueno y ocultar lo malo».
Crecimiento vs. eficiencia
Startups como Decagon y Aisera defienden su enfoque. Paloma Ochi, de Decagon, asegura: «Nuestros clientes buscan crecer, no solo ahorrar. Y el crecimiento trae más empleos». Joshua Rumsey, de Aisera, añade: «La mayoría no quiere despedir, sino expandirse sin sumar agentes nuevos cuando otros se van».
Hass insiste en la transparencia: «Hablar claro sobre las consecuencias no daña el argumento de la IA, que es inevitable. Ocultarlo abre la puerta a malentendidos».